Hace tiempo (quizás demasiado) que no hablo conmigo, pero últimamente siento que lo necesito. Mi parte racional ha perdido el protagonismo que siempre intento darle y mi parte emocional está ganando terreno.
Se me hace raro escribir estas líneas, me has acompañado toda la vida, pero aunque sea difícil de entender, nunca me he parado a verte, a escucharte, a entenderte, a aceptarte. Me he pasado la vida aguantando la respiración, huyendo de ti, luchando contra ti, armando herramientas para pelear contigo.
Los días han pasado y yo he invertido mis fuerzas y energías en conseguir control para que te fueras, aunque solo fuera un instante, en llenar mi mochila de seguridad, aunque viéndolo con perspectiva he buscado esa seguridad en aspectos externos a mí, en la búsqueda insaciable de certidumbres y verdades absolutas que me ayudaran a hacerte desaparecer….
Pero no ha funcionado, controlar la situación, las emociones, a las personas de mi alrededor…no es posible… sentirme seguro de mi mismo a cada instante, gustar a todos, conseguir la aprobación del resto….no es posible….tener la certidumbre de lo que va a pasar, adivinar el futuro, saber qué haré, cómo reaccionaré, cómo lo solucionaré…..no es posible….
Pero…¿para qué necesito todo esto? ¿para “estar bien”? ¿para “estar preparado”? ¿para no temerte? ¿para “ser feliz”? Lo que sí sé es que me he esforzado mucho, me he desgastado mucho, pero no he conseguido nada de eso, al final no me siento mejor en esta lucha
Así que estoy construyendo un cambio de enfoque. En este nuevo enfoque, veo (o quiero ver, ya que el cambio es un proceso y lleva tiempo) mi bienestar como un estado en el que acepto mis emociones como una parte de mí, busco entender que eres una emoción más, que las emociones no sois ni buenas ni malas, entiendo que sois temporales y que no perduráis en el tiempo, que no me quedaré atrapado en vosotras por dejarme sentir, percibo la felicidad como otra emoción más que también sentiré a veces, pero no se mantendrá inmutable y dejo de buscarla de forma permanente.
Me esfuerzo en no ponerme etiquetas, en no “ser débil”, ni “ser vulnerable”, en no auto-imponerme la obligación de esconderte, dejarme ver lo que me aportas, “humanizarme” y aceptar que puedo reaccionar a lo que me pasa, decidir no saltarme partes importantes de mi vida, elegir no evitarte, aceptarte….
Si cambio el enfoque, si construyo mi nueva realidad, entonces dejo de luchar y puedo vivirte, y puedo quererme sin condiciones, sin esperar a superarte, a cambiarte, a vencerte.
Si te convierto en un compañero de viaje, aunque solo estés conmigo en algunas etapas, si cuando vienes te escucho (aunque a veces no crea todo lo que dices), entonces vivo el día a día, ya no necesito buscar certidumbres en el mañana, ya no necesito buscar una seguridad permanente, ya no necesito el control en su sentido más estricto, de repente solo me necesito a mí, y entonces respiro.