“A veces siento que no sé decir “no”, la capacidad sí la tengo,pero, aunque esté pensando en mi cabeza que no quiero hacer lo que me han pedido, por mi boca sale un “sí” y acabo cediendo. Y es más complejo todavía cuando el que me lo pide es alguien de mi familia, algún amigo cercano o una persona que me ha ayudado en otras ocasiones. En estas situaciones incluso antes de que me pidan el favor ya me estoy ofreciendo a ayudar…
Y no es que no quiera ayudar a la gente que aprecio o que no me guste ayudar a los demás, al revés, pero me siento mal por hacer cosas que en realidad no quiero hacer y al dedicar tiempo a los demás cuando no tengo tiempo ni para mí. Aunque la verdad, también me siento mal cuando digo que no”.
Cuando al relacionarnos con los demás tenemos una sensación de malestar, es necesario analizar qué estamos haciendo y qué no estamos haciendo, para motivar un cambio.
La situación expuesta anteriormente refleja una falta de asertividad, pero ¿qué es la asertividad?
La asertividad es la capacidad para defender nuestros derechos sin invadir los derechos de los demás. Cuando no defendemos nuestros derechos somos sumisos, y cuando invadimos los derechos de los demás somos agresivos.
Pero no podemos etiquetarnos como agresivos, asertivos o sumisos de forma permanente. Estas tres variables forman parte de un continuo, y dentro de ese continuo cada uno de nosotros muestra una tendencia a ser agresivo, asertivo o sumiso dependiendo del momento, el contexto, la persona que tenemos en frente…
Seguramente te reconozcas a ti mismo siendo agresivo en diferentes situaciones, momentos en los que invadimos los derechos de los demás, imponemos nuestra opinión,retiramos la palabra a un familiar durante una temporada larga, decimos que “no” con malas formas o incluso ofendemos al que está a nuestro lado.
También identificarás momentos en los que has expresado tus emociones, en a las que has dicho que “no” porque no podías ayudar a esa persona en ese momento, en las que has dado tu punto de vista y has propuesto soluciones alternativas a un problema determinado. Situaciones en las que has usado tu capacidad asertiva.
Y seguramente también puedas identificar momentos en los que has sido sumiso y te has sentido mal por no hacer lo que querías hacer realmente.
Desde la teoría es fácil apostar por nosotros mismos, es fácil pensar que tenemos que defender nuestros derechos, sabemos que tenemos derechoa decir “no”. Pero ¿qué haces cuando estás sentado en el sofá (única vez en la semana en la que puedes) y un amigo te dice que quiere quedar contigo para contarte un problema? ¿le dirías no quiero quedar contigo porque quiero estar tumbado en el sofá? Y si un familiar te pide que le lleves a un sitio porque no tiene coche ¿le dirías que no quieres? No que no puedes porque tienes que trabajar, si no que no te apetece, que no quieres hacerlo.
Muchas veces, priorizamos a los demás, sobre todo si me están pidiendo ayuda, sobre todo si es un buen amigo, un familiar al que quiero, alguien que me ha ayudado en otras ocasiones, y es genial que a veces prioricemos a otra persona porque queremos hacerlo. Pero no siempre, y no si no quiero.
A veces tenemos la sensación de que estamos obligados a ayudar a los demás, incluso en ocasiones cuando la persona con la que hablo ni siquiera me está pidiendo ayuda.
Cuando alguien te cuenta un problema es positivo que te hagas a ti mismotres preguntas clave:
“¿Me está pidiendo ayuda?” Puede que la persona que tienes al lado solo quiera desahogarse, no quiera consejos ni que resuelvas su problema. Debemos tener cuidado con el impulso automático de creer que tenemos que solucionar los problemas de los demás.
Si me pide ayuda, tengo que preguntarme “¿Puedo ayudarle?”. Lo que me pide, ¿depende de mí?, ¿tengo los recursos para ayudar?
Y, por último, si me ha pedido ayuda y puedo ayudarle…” ¿Quiero?” Y esta será la pregunta clave para sentir bienestar. Ser fiel a lo que yo quiero hacer. Si un amigo me pide que le lleve al aeropuerto a las 4 a.m. y quiero llevarle estaré siendo asertivo. Pero si no quiero, aunque si pueda hacerlo, diré no.
Tener la tendencia a actuar de forma asertiva, tendrá como consecuencia que nos sintamos mejor al relacionarnos con los demás. Es importante tener claro este concepto, la asertividad es una tendencia, no es un fin que se pueda alcanzar. Su función no es ayudarte a conseguir tus objetivos, sino aumentar la probabilidad de conseguirlos y facilitar las interacciones.
Si cuando te relacionas con los demás no te sientes bien…piensa que tendencia estás mostrando ¿agresiva, sumisa o asertiva? Y plantéate si necesitas y quieres un cambio.