Para que se desarrolle un trastorno de estrés postraumático (TEPT) es necesario que la persona haya sido expuesta a un suceso traumático relacionado con una lesión grave, violencia sexual, amenazas para su integridad física o la de los demás o muerte.
Esta exposición puede ser directa (lo vive la propia persona)o indirecta, presenciar un suceso que le ocurre a un tercero o conocer que le ha sucedido a un familiar o amigo íntimo de forma accidental o violenta.
También puede darse este trastorno cuando la persona se expone de forma repetida o extrema a detalles de un suceso traumático (por ejemplo, personal de emergencias).
No obstante, no todas las personas que son expuestas a un suceso traumático desarrollan TEPT, serán determinantes los factores de vulnerabilidad de la persona. Dos aspectos importantes e influyentes en su desarrollo serán: la falta de apoyo social y la dificultad de expresar emociones.
Los síntomas que caracterizan este trastorno son:
- Recuerdos intrusivos, recurrentes e involuntarios de carácter angustioso que provocan malestar. Pueden incluir imágenes, pensamientos o percepciones.
- Pesadillas recurrentes con componente angustioso relacionado con el suceso traumático
- Reacciones disociativas en las que la persona revive el suceso. La persona puede incluso perder completamente la conciencia del entorno presente en los casos más extremos.
- Malestar psicológico intenso y prolongado al exponerse a factores asociados al suceso traumático y reacciones fisiológicas intensas ante estos factores.
- Evitación persistente a exponerse a factores que asocie al suceso traumático. La persona se esfuerza por evitar los recuerdos, pensamientos o sentimientos recurrentes asociados al suceso traumático y evita los factores externos que le recuerden al suceso (lugares, personas, actividades…)
- Alteraciones negativas cognitivas y del estado de ánimo como: incapacidad para recordar un aspecto importante del suceso, reducción del interés y la participación en actividades, creencias o expectativas negativas persistentes sobre uno mismo, los demás o el mundo, percepción distorsionada de la causa o las consecuencias del suceso, sentimientos persistentes negativos (miedo, culpa, enfado…), sentimiento de desapego de los demás e incapacidad para sentir emociones positivas
- Estado de alerta constante asociada al suceso, que se manifiesta a través de un comportamiento irritable, ataques de ira, comportamiento imprudente o destructivo, hipervigilancia, problemas de concentración y alteración del sueño.
En niños (menores de 6 años), la sintomatología es parecida a la del adulto pero con características propias:
- Los recuerdos recurrentes e involuntarios pueden expresarse a través del juego y pueden no tener carácter angustioso
- En las pesadillas o sueños angustiosos es difícil determinar el contenido y su relación con el suceso traumático
- En las reacciones disociativas, el niño puede repetir el suceso traumático a través del juego