El término “hablante tardío” se utiliza para referirse a niños que a los 2 años tienen un retraso en el vocabulario en ausencia de patología subyacente reconocida, como pueden ser déficit sensorial, neurológico o cognitivo, o trastorno del espectro autista.
Los criterios para identificar a un niño que pueda presentar retraso en el lenguaje serían que a los 24 meses emita menos de 20 palabras o no aparezcan combinaciones de dos palabras como “dame agua”.
En los casos que sea necesario intervención desde logopedia, es muy importante para mejorar su efectividad iniciar el tratamiento en edades tempranas. Estudios avalan que es en estas edades, desde los 2-3 años, cuando existen mayores resultados en la intervención. Es por eso que desde River apostamos por una detección temprana con el fin de no perder etapas del desarrollo en las que la intervención sea más efectiva.
Los signos de alarma en los que debemos fijarnos y ante los cuales siempre debemos consultar con un profesional logopeda o psicólogo son:
12 meses:
- No imita sonidos
- No pronuncia sílabas, no balbucea.
18 meses:
- No emite palabras, sobre todo sustantivos. En estas edades no importa tanto la forma, es decir cómo lo diga, pero sí es necesario que exista vocabulario para referirse a objetos, comidas o personas. /pa/ para referir a pan, /te/ para referirse a su trenecito de juguete.
24 meses:
- No combina palabras, por ejemplo: “dame zumo”
- No tiene al menos 50 palabras en su repertorio de vocabulario.
30 meses:
- No usa verbos
3 años:
- No realiza frases con esta estructura: SUJETO+VERBO+PREDICADO (El niño tiene un tren)
- Omite sílabas iniciales (“to” para referirse a pato; “pi” para referirse a lápiz)
4 años:
- Errores de articulación, el niño pronuncia mal y personas que no sean familiares tienen dificultad para entenderle.