Para que la conducta de un hijo cambie, es necesario que los padres cambien su manera de actuar y comportarse en algunas situaciones, ya que aunque nosotros estemos actuando como creemos que es lo mejor para el niño, puede que estemos reforzando la aparición de estas conductas sin darnos cuenta de ello.
El factor desencadenante de esta conducta problema es variable en cada caso, puede deberse al nacimiento de un hermano, problemas de relación entre los padres, déficit de habilidades en el niño, etc. pero siempre hay un factor común y es la percepción del niño de que comportándose así, consigue su objetivo.
Todas las conductas que realizamos tienen una función, conseguir o evitar algo, por lo que los padres tienen que intentar averiguar cuál es la función de la conducta problema de su hijo en ese momento para no reforzarla. En el caso contrario, en el que la conducta de un hijo si es una conducta adaptativa y queremos que se repita, tendremos que reforzarla para aumentar la probabilidad de su aparición de nuevo.
A continuación se exponen 3 ejemplos que nos ayudan a entender mejor cómo el niño consigue su objetivo.
Ejemplo 1: L. es una niña de 7 años que está comiendo con sus padres, unos amigos de éstos y sus hijos en un restaurante. L. está corriendo alrededor de la mesa, levantándose y sentándose constantemente mientras están comiendo. El padre le dice: “L. si no te portas bien, nos vamos a casa”. L. sigue realizando la misma conducta hasta que el padre no puede más, se levanta, agarra a la niña y la sienta en la mesa, gritándole que se esté quieta y que en casa no podrá tener la tablet. L. se queda sentada llorando pero al cabo de un rato, vuelve a levantarse y correr.
¿Qué ha ocurrido en este caso? ¿Qué podría haber hecho ese padre para disminuir los problemas de conducta de L.?
El niño debe aprender que sus actos tienen consecuencias, en algunos casos positivas y en otros negativas. Si el niño ha realizado un acto negativo como estar corriendo y levantándose de forma constante, tendrá que tener una consecuencia negativa inmediata, como por ejemplo, sentarle al lado de uno de los padres y/o decirle que si no está sentado, no tendrá su postre favorito o no podrá levantarse a jugar con el resto de niños cuando terminen de comer. Hablar y explicarles a nuestros hijos por qué no pueden hacer las cosas es importante, pero el aprendizaje se produce con mayor eficacia mediante la aplicación de consecuencias.
Las consecuencias deben ser administradas lo antes posible e intentar en la medida de lo posible que estén relacionadas con el hecho en sí. Por ejemplo, si no puede tener su postre favorito, asumirá la consecuencia de forma inmediata. Con las consecuencias demoradas es más difícil establecer una asociación entre una acción y una consecuencia, especialmente en niños pequeños, por lo que se consiguen resultados y asociaciones más efectivas si la consecuencia es inmediata y no demorada.
También es importante que los padres cumplan lo que han advertido si se produce el hecho. Es decir, el padre le dice a L.: “si no te portas bien, nos vamos a casa”, cuando no puede cumplir esa premisa ya que están todos comiendo allí, por lo que L. aprenderá que no se cumplen las consecuencias que se avisan. Tenemos que poner consecuencias que podamos cumplir en todo momento. También es importante que haya una sola consecuencia por conducta (si no te sientas y comes, no tomas tu postre favorito) en vez de cómo se hace en el ejemplo, donde inicialmente era irse a casa y después era no jugar con la tablet.
Ejemplo 2: J. tiene 9 años y siempre suele decir que no quiere hacer actividades aunque se lo pase bien después, no consiguen que sea autónomo con la realización de los deberes y en ocasiones y en lugares públicos, se pone a llorar de forma desconsolada cuando le propones algo que no le gusta; en algunas ocasiones, consigue evitar hacer lo que no le gusta. Los padres no entienden por qué a su hijo no le gusta hacer las actividades y cada vez que J. se niega a hacer algo, los padres lo dejan todo para hablar y convencerle de que es bueno que lo haga.
Cuando J. no está haciendo los deberes con la madre, esta suele estar ocupada con las tareas del hogar o ayudando al hermano pequeño, por lo que J. juega solo en su cuarto.
¿Qué ocurre en este caso?
Para ver este caso es muy importante analizar qué consigue J. con la aparición de estas conductas. En este caso, J. está llevando a cabo todas estas conductas para conseguir la atención de los padres. J. ha descubierto que cuando dice que no quiere hacer algo, sus padres lo dejan todo y se centran en él, intentando convencerle. También ha descubierto que hacer los deberes con su madre es un tiempo que él pasa junto a ella, que comparten y que ella solo se lo dedica a él, porque si él los hace solo, su madre dedica ese tiempo a realizar otras tareas, incluso cuando ya ha acabado de hacer los deberes. Y en los lugares públicos, ha descubierto que a sus padres les da mucha vergüenza que aparezca una rabieta en sitios donde hay mucha gente, por lo que para evitar esa vergüenza, prefieren darle lo que pida y así no pasan la vergüenza de que otras personas puedan pensar cosas negativas de ellos.
En este caso, los padres deberían extinguir la conducta de J. evitando prestarle atención cuando aparecen esas quejas o verbalizaciones de no querer hacer algo, centrándose en reforzarle con halagos cuando se está portando bien, dedicar un ratito (valdría con 10 minutos) para jugar con él si ha hecho bien y solo los deberes y sería conveniente que los padres se expusierana una rabieta de J. en público para que no siga utilizando la vergüenza de sus padres para salirse con la suya.
Ejemplo 3: N. es una niña de 5 años que tiene problemas de conducta especialmente en las actividades extraescolares y para vestirse al ir al colegio. Por las mañanas, la madre le repite varias veces la misma consigna a N. que no obedece y al final la madre acaba vistiendo a la niña para llevarla al cole ya que se les hace tarde. Por la tarde, en inglés, N. molesta a sus compañeros e interrumpe en clase y al final el profesor acaba echándola al pasillo donde ella se pone a jugar con un muñeco que lleva en su bolsillo, librándose de tener que realizar las tareas hechas en clase por sus compañeros.
En este caso, N. utiliza los problemas de conducta para evitar hacer una tarea que no le gusta. Se ha dado cuenta que si no se viste ella, porque tiene sueño, finalmente su madre la vestirá y la ahorrará tener que hacerlo ella. Por lo que para extinguir esta conducta, la madre debería decirle a N. a la hora a la que salen, que hoy no la va a vestir y que va a salir con la ropa que lleve puesta (y luego cumplirlo) para que así al día siguiente N. esté preparada si no quiere irse al colegio en pijama. Con la actividad extraescolar de inglés, tendrían que evitar que N. llevara el muñeco con el que poder jugar, y pedirle al profesor que les diga a los padres qué han hecho en la clase para que luego N. en vez de llegar a casa y ponerse a jugar, tuviera que hacer las tareas hechas en la clase.
Los niños no hacen todo esto con mala intención, sino que son niños e intentan conseguir sus objetivos. De nosotros, sus padres, depende el prepararles para la vida adulta donde se van a frustrar de forma constante, donde no les van a hacer las cosas y donde tienen que saber que sus actos tienen consecuencias en un trabajo, con una pareja o con los amigos. La niñez y la adolescencia es el momento en el que los padres pueden preparar a sus hijos para enfrentarse a las distintas situaciones de su vida adulta, y para ello necesitan de nuestra ayuda.