Cada persona tiene una historia de aprendizaje, unas creencias sobre cómo es el mundo y unos pensamientos, en base a ello, se desarrollan una serie de síntomas que no siempre tienen que estar representados en un trastorno concreto.
En estas ocasiones, nos sentimos perdidos ya que estos síntomas nos generan malestar significativo y nos impiden realizar nuestras rutinas diarias, pero cuando intentamos poner nombre a lo que nos pasa, buscar una “etiqueta”, no la encontramos.
En esos momentos es positivo preguntarse ¿para qué necesito ponerle nombre a lo que me está pasando? Para pedir ayuda, para iniciar un cambio, no necesito tener un trastorno concreto y localizado, no tengo que esperar a cumplir todos los rasgos de un trastorno para empezar a cambiar, lo que sí necesito es aprender las herramientas necesarias para empezar a sentirme mejor y conseguir mayor calidad de vida.
- Problemas de relación en el entorno familiar
- Ruptura familiar por separación o divorcio
- Dificultades en el rendimiento escolar
- Problemas de conducta
- Déficit de autoestima
- Déficit de habilidades sociales
- Duelo
- Maltrato físico y/o psicológico
- Abuso sexual
- Problemas laborales
- Historia personal de autolesión