Antes de empezar este artículo, vamos hacer un pequeño resumen de que es la dislexia, qué criterios se usan para su diagnóstico, cuál o cuáles son esas dificultades a las que se enfrentan los profesionales para diagnosticar en edades tempranas y qué podemos hacer ante las sospechas.
Según estudios recientes, la dislexia es un problema que afecta al 10 % de la población infantil española y solo un 33% recibe apoyos. La dislexia es un trastorno específico del aprendizaje, que afecta a la lectura y la escritura de forma persistente y para su diagnóstico es necesario una evaluación previa de los procesos implicados en la lectoescritura tanto conductuales como cognitivos ya que este trastorno no va asociado a una discapacidad intelectual, motriz, visual o auditiva que afecten a la decodificación o reconocimiento de las letras y por lo tanto al rendimiento académico.
Algunos de los criterios utilizados para el diagnóstico de este trastorno son:
- Inteligencia en valores normotípicos
- Ausencia de problemas neurológicos o psíquicos
- No tener problemas a nivel visual o auditivos que afecten de forma significativa a la lectoescritura
- Que haya un desfase curricular de al menos dos años
- Que la escolarización haya sido adecuada
- Antecedentes genéticos
En el siguiente enlace podemos encontrar algunas de las características que presentan los niños con dislexia, estas características no tienen porque ser iguales en todos los casos, pueden estar presentes en niños con retraso en la adquisición de la lectoescritura y tampoco deben cumplirlas todas ya que cada desarrollo y contexto del niño es diferente. Dislexia | Centro de Logopedia y Psicología River
¿Cómo sabemos si un niño es o no disléxico si cumple con las características?
Es cierto que es difícil diferenciar y hacer un diagnóstico precoz cuando no se tienen datos suficientes y no se conoce la evolución en el aprendizaje del niño. Durante las primeras fases o estadios de adquisición de la lectura y la escritura, las dificultades que muestran los niños con retraso lector y niños que presentan una alteración en el neurodesarrollo son similares, con la diferencia, de que en niños con un “retraso” en lectoescritura hay un enlentecimiento de la maduración cerebral, pero le permitirá al niño alcanzar un desarrollo normal pero más tardío, mientras que en niños con dislexia existe una funcionalidad anómala del desarrollo neurológico que le impedirá al niño lograr un desarrollo normotípico.
Por ello se establece un cierto periodo de intervención en el que se evalúan y trabajan los procesos implicados en la adquisición de la lectoescritura, este periodo servirá al profesional para observar si dichas dificultades pueden ser debidas a ese “retraso” o falta de madurez o bien existe un problema a nivel neurológico que le impide generalizar e integrar dichos aprendizajes mostrando así, cierta resistencia a la intervención.
Muchos autores, llaman a este “retraso” en la adquisición y desarrollo de la lectoescritura, dislexia evolutiva o dislexia del desarrollo, y por ello existen cada vez más profesionales que diagnostican este trastorno cuando se enfrentan a este tipo de dificultades, este diagnóstico de dislexia evolutiva o dislexia del desarrollo es un diagnóstico que no lleva implícito una lesión cerebral en las áreas encargadas del procesamiento lectoescritor y por lo tanto este diagnóstico es reversible una vez el niño ha solventado esas dificultades.
¿Es conveniente empezar a trabajar estos problemas en edades tempranas?
Por experiencia profesional y numerosos estudios se ha comprobado que aunque la dislexia no se pueda diagnosticar en edades tempranas o se diagnostique como dislexia evolutiva y en ocasiones no antes de los 7-8 años, esto no es tan importante como la prevención y la estimulación de los procesos que intervienen en la adquisición de la lectoescritura que son las habilidades metalingüísticas.
Si observábamos que desde edades tempranas hay dificultades en el aprendizaje de la lectoescritura, tanto en niños con riesgo como con desarrollo normotípico, debemos pensar que estas dificultades previas a la adquisición de la lectura y la escritura tienen que ser solventadas para favorecer su desarrollo y aprendizaje, además de evitar un rechazo por parte de los niños a leer y escribir porque no les gusta y les cuesta mucho. Con esto, se intenta estimular de una forma diferente, de enseñar a los niños a tener consciencia de estas habilidades de la forma más lúdica posible y sin darse cuenta de que están aprendiendo a leer y a escribir.
Además, está probado en numerosos estudios, (Torgensen et al. 2006), que la intervención específica en dislexia si se hace entes de los 8 ó 9 años tiene resultados más positivos. Esta intervención temprana en habilidades metalingüísticas, especialmente en conciencia fonológica, beneficia el desarrollo en la lectoescritura tanto en niños con dislexia como en niños con un retraso en la adquisición de la lectoescritura.