Son muchos los niños, que en las etapas en las que se empiezan a desarrollar las habilidades comunicativas y el lenguaje empieza a ser más abundante y elaborado y las frases más largas y complejas, pasan por un periodo de alteraciones en el habla que preocupa y desconcierta a los padres. Estas alteraciones son involuntarias y se manifiestan con:
- Repeticiones de sonidos, palabras o frases.
- Prolongaciones de sonidos.
- Bloqueos o pausas.
- Movimientos asociados a la hora de hablar como tensión en el cuello, pestañeo, movimiento de manos o pies, etc…
- Alteraciones en la respiración.
- Tensión muscular.
La mayoría de los niños dejan de hacerlo de forma espontánea, pero es aquí donde el papel de los padres y su contexto juegan un papel importante para su pronóstico y recuperación ya que a medida que el niño va creciendo, las pautas o acciones erróneas pueden ser contraproducentes, provocando que estos errores en el habla se mantengan y se cronifiquen.
Si nuestro hijo tiene disfluencias lo primero es intentar averiguar en qué fase se encuentray tomar las medidas de actuación más apropiadas.
- Fase inicial: Aparece entre los 2 y 5 años. El niño hace repeticiones de sílabas o palabras y rectificaciones al inicio de la frase pero no aparecen movimientos asociados. Las dificultades que se observan se relacionan con el desarrollo de las habilidades comunicativas, son variables, ya que hay periodos de habla normal y los bloqueos son más frecuentes cuando el niño está excitado, enfadado o con episodios de estrés y/o presión. En esta etapa el niño no muestra preocupación por el problema aunque si puede existir frustración en el momento del bloqueo por no poder hablar.
En esta fase, lo más importante es no hacer caso a estos errores ya que eso pondría en alerta a los niños de que algo no va bien, lo que se intenta, es evitar que el niño se dé cuenta de que existe un problema y que este desaparezca de forma espontánea, como pauta, se consideran, no sólo no llamarle la atención de forma verbal sino evitar mostrar expresiones faciales o gestos de preocupación o desesperación, hay que evitar que se den cuenta de que usted está preocupado por su forma de hablar, igualmente, hay que evitar corregirle y darle el tiempo que necesite para hablar sin ponerse nervioso y mantener la calma cuando repita o se bloquee y por último, esperarse a que termine, sin intentar ayudarlo o completando frases o palabras.
- Tartamudez límite: Aparece igualmente entre los 2 y 5 años de edad, pero el porcentaje de errores es mayor (>10% de las emisiones). En esta etapa, aparecen nuevas dificultades, como fragmentar palabras que se prolongan en el tiempo y no se observan movimientos asociados.
- Tartamudez inicial: Esta fase suele aparecer en las primeras etapas de escolarización. Se caracteriza por la aparición de movimientos de esfuerzo e indicadores de tensión a la hora de hablar. El habla es rápido y en ocasiones el niño muestra frustración y rechazo a la hora de hablar ya que empieza a ser consciente de sus dificultades.
- Tartamudez intermedia: Los bloqueos y repeticiones son más frecuentes, aparecen movimientos asociados, el niño puede sentir vergüenza y miedo por su forma de hablar, evita comunicarse y pueden aparecer sustituciones de palabras, circunloquios o coletillas. En esta fase, se identifican situaciones donde le es más difícil expresarse, como hablar delante de la clase o con personas desconocidas.
- Tartamudez avanzada: Se considera que un niño se encuentra en esta etapa cuando se observa una anticipación por parte del niño a la hora de hablar, los bloqueos duran más que en las etapas anteriores, temen el tartamudeo por lo que se observa un rechazo por parte del niño a la hora de hablar. En esta fase pueden aparecer problemas derivados de la consciencia del problema como baja autoestima o dificultades para establecer relaciones sociales.
En cualquiera de las siguientes etapas, las pautas son igualmente recomendables pero es de vital importancia acudir al logopeda y realizar una evaluación del habla y el lenguaje para ver qué factores podrían estar interviniendo en ese nuevo patrón de habla y evitar en todo lo posible su generalización. El tratamiento y pronóstico de la disfemia, va a depender de la fase en la que se encuentre, estando comprobado que el tratamiento es más efectivo en las primeras etapas ya que el niño aún no es consciente del problema y no hay factores que agraven y cronifiquen el nuevo patrón de habla.En las últimas etapas de la disfemia es frecuente encontrarnos dificultades psicológicas asociadas a la hora de hablar,por lo quesería recomendable realizar una evaluación desde esta área con el fin de valorar el contexto global del niño.