El trastorno comunicativo-social se caracteriza por dificultades persistentes en el uso de la comunicación verbal y no verbal, afectando directamente a los propósitos sociales  que la persona tendría.  A diferencia del Trastorno del Espectro del Autismo (TEA), no existen conductas restrictivas y repetitivas.

Hasta la aparición del DMS-V, el Trastorno comunicativo-social (TSP), se consideraba un tipo de TEL atípico.

Los criterios que recoge el DSM-V para el diagnóstico son:

  • Dificultades en la comunicación para propósitos sociales, como solitud e intercambio de información. 
  • Problemas para realizar modificaciones en la comunicación para adaptarse al contexto y a las necesidades del oyente, por ejemplo, es común que a la persona le cueste adaptar el lenguaje a un niño pequeño, o presente dificultad para captar señales sutiles del oyente para saber si la persona ha entendido el mensaje. 
  • Es frecuente que existan dificultades en seguir reglas conversacionales o del recontado de historias, tales como la toma de turnos en la conversación.
  • Dificultades en comprender aspectos no específicos en el mensaje y captación de mensajes no literales o ambiguos, como puede ser el uso de metáforas, chistes o bromas.

Es necesario una intervención logopédica en la cual se priorice proporcionar estrategias comunicativas a la persona, aumentado de esta manera sus experiencias sociales positivas, y un trabajo directo con las familias. Desde River apostamos por una intervención centrada en la familia, así como en la mejora de la calidad de vida de la persona.